Aquí tienen la noticia del Universal del 5 de abril: "Si de vivir una aventura extrema se trata, sin duda Santiago de Anaya, enclavado en el Valle del Mezquital Hidalgo, cuenta con los ingredientes necesarios.
La flora y la fauna de este lugar semidesértico se convierten en los principales invitados a la mesa; tlacuaches en mole o víbora con nopales, además de gelatina de garambullo o pastel de xoconostle, forman parte de los platillos tradicionales que se degustan en la 30 muestra gastronómica del lugar.
Disfrutar de un concierto en el fondo de una gruta, una tirolesa de 750 metros o rapelear en laberintos, para concluir con una comida a base de gusanos y flores, forman parte de una tradición ancestral, que ofrecen los indígenas otomíes de esta región de Hidalgo.
En Santiago de Anaya todo es extremo, desde un concierto en la sala subterránea de las grutas del Xoxafi hasta la muestra gastronómica, en la que al menos unas mil mujeres indígenas participan; los preparativos comienzan desde un mes antes, señala la directora de turismo del ayuntamiento de Santiago de Anaya, Beatriz López.
Las mujeres y hombres de la comunidad se dan a la tarea de cazar animales y recolectar flores y frutos.
En Santiago de Anaya, dice Beatriz López, es famoso el dicho "de que todo lo que nada, corre y vuela directo a la cazuela".
En este lugar la 30 muestra gastronómica que se realiza del 3 al 10 de abril es famosa por su comida que para muchos es extrema y para otros sólo una costumbre.
En un terreno agreste con clima semidesértico, los habitantes aprendieron a vivir de la naturaleza.
Para la mayoría de los habitantes de la zona, comer conejo, tlacuache, chincoyotes, escamoles o chinincuiles, forma parte de su alimentación cotidiana.
Para los visitantes, degustar de víbora con nopales o en chile guajillo, puede ser toda una experiencia.
Olores, colores y sabores dan vida a esta original muestra gastronómica.
Cazuelas y jarros de barro resguardan las recetas a base de chile rojo o verde con flores de garambullo, de sábila o xoconostle; conejo, víbora o tlacuache en espera de ser degustados.
Esta feria de comida y bebidas, que incluye los pulques curados, cumple su 30 edición.
"Ahora hemos tenido que poner algunas restricciones, ya que después de tres décadas algunos animales se encuentran en peligro de extinción", resalta Beatriz López.
Para las mujeres las medidas de preservación de la flora y la fauna no ha sido un obstáculo, ahora señala Francisca Pérez, es cuestión de imaginación.
En la imaginación están los olores y los sabores de Santiago de Anaya.
En las grandes cazuelas y en los manteles que guardan las tortillas hechas a mano en un fogón de leña.
"Es increíble que las mujeres puedan presentar un pastel de xoconostle adornado con escamoles.
¿Y si alguien te pregunta a que sabe eso?, la respuesta es que tienes que probarlo, enfatiza Beatriz López.
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La flora y la fauna de este lugar semidesértico se convierten en los principales invitados a la mesa; tlacuaches en mole o víbora con nopales, además de gelatina de garambullo o pastel de xoconostle, forman parte de los platillos tradicionales que se degustan en la 30 muestra gastronómica del lugar.
Disfrutar de un concierto en el fondo de una gruta, una tirolesa de 750 metros o rapelear en laberintos, para concluir con una comida a base de gusanos y flores, forman parte de una tradición ancestral, que ofrecen los indígenas otomíes de esta región de Hidalgo.
En Santiago de Anaya todo es extremo, desde un concierto en la sala subterránea de las grutas del Xoxafi hasta la muestra gastronómica, en la que al menos unas mil mujeres indígenas participan; los preparativos comienzan desde un mes antes, señala la directora de turismo del ayuntamiento de Santiago de Anaya, Beatriz López.
Las mujeres y hombres de la comunidad se dan a la tarea de cazar animales y recolectar flores y frutos.
En Santiago de Anaya, dice Beatriz López, es famoso el dicho "de que todo lo que nada, corre y vuela directo a la cazuela".
En este lugar la 30 muestra gastronómica que se realiza del 3 al 10 de abril es famosa por su comida que para muchos es extrema y para otros sólo una costumbre.
En un terreno agreste con clima semidesértico, los habitantes aprendieron a vivir de la naturaleza.
Para la mayoría de los habitantes de la zona, comer conejo, tlacuache, chincoyotes, escamoles o chinincuiles, forma parte de su alimentación cotidiana.
Para los visitantes, degustar de víbora con nopales o en chile guajillo, puede ser toda una experiencia.
Olores, colores y sabores dan vida a esta original muestra gastronómica.
Cazuelas y jarros de barro resguardan las recetas a base de chile rojo o verde con flores de garambullo, de sábila o xoconostle; conejo, víbora o tlacuache en espera de ser degustados.
Esta feria de comida y bebidas, que incluye los pulques curados, cumple su 30 edición.
"Ahora hemos tenido que poner algunas restricciones, ya que después de tres décadas algunos animales se encuentran en peligro de extinción", resalta Beatriz López.
Para las mujeres las medidas de preservación de la flora y la fauna no ha sido un obstáculo, ahora señala Francisca Pérez, es cuestión de imaginación.
En la imaginación están los olores y los sabores de Santiago de Anaya.
En las grandes cazuelas y en los manteles que guardan las tortillas hechas a mano en un fogón de leña.
"Es increíble que las mujeres puedan presentar un pastel de xoconostle adornado con escamoles.
¿Y si alguien te pregunta a que sabe eso?, la respuesta es que tienes que probarlo, enfatiza Beatriz López.
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